La situación de Betty era un caos, vivía en una situación muy precaria, su familia era muy pobre, pasaban hambre, no tenían para vestirse, andaba descalza y eso le hacía pensar que iba a seguir de esa manera. “Cuando conocí a mi marido pensé que mi vida iba a cambiar pero nada que ver. Quedé embarazada, pasó el tiempo y mi familia comenzó a rechazarme porque él era alcohólico, decían que era mi culpa. Reaccioné volviéndome muy agresiva, no me aceptaban en ningún lugar, por eso llegué a dormir en la plaza con mi hija.