Nosotros no podemos tener un espíritu de derrota, de fracaso, sentirnos perdedores o resignarnos a la situación en la que vivimos; tenemos que tener espíritu de vencedores.
Quien cuenta con ese espíritu no le presta atención a las dificultades, sino que las convierte en una oportunidad. David era un simple pastor de ovejas, vivía junto a los animales. Sin embargo tenía un sueño, un meta, un proyecto.