Cristina llegó a la Universal destruida económicamente y con un tumor
en la cabeza, además tenía otras enfermedades y por eso no podía
trabajar. Debía tomar una droga de por vida, eso no le permitía manejar
ni seguir estudiando. “No podía trabajar debido a mi enfermedad. Una vez
en la iglesia primero busqué mi sanidad y mi liberación, después empecé
a luchar por mi vida económica. Venía caminando porque en ese momento
gastaba todo en medicamentos. El dinero no me alcanzaba, pero desde que
comencé la cadena de los lunes fue el inicio de una etapa de conquistas.
Prosperé, tengo cinco casas alquiladas, con mi familia tenemos
nuestra casa con todo lo que queremos, manejo mi propio auto, ahora voy a
comprar otro vehículo. Estoy bendecida, tengo muchos negocios, pues
trabajo en relaciones laborales, cada vez aumenta más mi red de
contactos con gente importante. Desarrollé mi autoestima, cuando llegué a
la iglesia no tenía para darles de comer a mis hijas, no tenía ni para
el boleto. Derrumbé todas las murallas con paciencia y perseverando.
Vencí las enfermedades, vencí la miseria, hoy tengo una vida plena.
Tengo un proyecto que estoy por inaugurar. Viajo adonde quiero, voy a
comer adonde me gusta. Lo que más valoro en mí es la confianza, la
perseverancia y la fe en Dios”.
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