Marta García enfrentó muchas murallas en su vida económica. Principalmente deudas, muchas injusticias y mucha angustia.
“Me invitaron a participar de la reunión de los lunes. No fue fácil
alcanzar mis objetivos, tuve que perseverar mucho. No importaba lo
difícil que fuera, sabía que Dios tenía un propósito y que las
injusticias se iban a terminar en mi vida. Yo pensaba: “si Dios es justo
tiene que hacer justicia en mi vida”. No fue de la noche a la mañana
que todo cambió, sino que tuve que perseverar, hice votos con Él y
aprendí a confiar.
Así, de a poco, las murallas fueron cayendo y me fui recuperando.
Primero logramos cancelar las deudas, aunque eran muchas. Después
recuperamos todo lo que era la parte financiera: los cheques, las
tarjetas de crédito. Los bancos volvieron a confiar en nosotros,
volvimos a tener credibilidad, eso fue lo que más nos dio fuerzas.
Lo más importante fue que, después de muchos años, volvieron a llamar
a mi esposo de la empresa para recontratarlo con un sueldo mayor y un
mayor rango. Mes tras mes íbamos progresando, él estaba más contento,
más esperanzado.
Las deudas ya no existen, compramos un camioneta 0 km y con mucho esfuerzo nos compramos una embarcación.
Dios transformó todo, soy una nueva mujer. Estudié peluquería y
siempre estoy buscando hacer algo nuevo, me convertí en una mujer
emprendedora. Cuando armo nuevos proyectos, no me desanimo ante las
dificultades porque sé que Dios me va a ayudar en todo”, afirma
sonriendo.
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