Juan Paz y Sara cuentan su experiencia: “Siempre fuimos una familia
unida que quiso salir adelante. Conquistamos una pequeña empresa,
abrimos nuestro negocio, pero todo se fue derrumbando. No sé por qué
motivo, pero prácticamente de un día para otro bajó el trabajo en un 50
por ciento. Eso generó deudas, tanto con el personal como con los
proveedores. Esa catarata de problemas me provocó un infarto, el médico
me había prohibido un montón de actividades, tenía que estar tranquilo y
no podía, no cerraban los números, había una muralla que cada día se
hacía más grande.
Trabajábamos un montón, teníamos 14 sucursales pero el dinero no
rendía. Al tiempo comenzaron los juicios con los empleados, los
problemas con el banco, los cheques rechazados. ¿Cómo podía tranquilizar
a mi familia? No había salida. Mi esposa también se enfermó, nos
cortaron la luz por falta de pago y todo ese escenario me hizo sentir un
inútil, un fracasado y pensé en pegarme un tiro o arrojarme debajo del
tren.
Mi hija más chica vio por televisión el programa de la Universal. Me
acerqué a participar y en ese momento tenía mi casa hipotecada y mi
negocio cerrado. Entonces, empecé a venir los lunes y así todo cambió.
Nunca había escuchado nada como lo que me enseñaron acá. En primer lugar
volví a creer en mí, en que podía reconquistar. Así aprendí a obedecer,
puse en práctica lo que me enseñaron, participamos de la Campaña de
Israel y los resultados fueron sorprendentes. Recuperé la casa, que
tenía fecha de remate, estoy cancelando las deudas, tengo un negocio
mucho más grande del que tenía y las enfermedades desaparecieron.
Creo que si no hubiéramos empezado a participar en las reuniones de
la Universal, mis hijos estarían solos, nosotros no seguiríamos con
vida”.
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