Cuando comienzan los problemas, parece que no hay solución, entonces
la desesperación se encarga de destruir todo, llegando al extremo de
cometer locuras. Javier se encontraba desempleado, como consecuencia, no
tenía dinero para cubrir sus gastos. Los problemas aumentaban y esto
hacía que todo el tiempo estuviera nervioso. Se encontraba en la miseria
y no encontraba una manera de salir adelante. La presión de esta
situación lo llevó a la delincuencia, por ese motivo estuvo preso. El
tiempo pasó y Javier tuvo la oportunidad de acercarse a la Universal.
En las reuniones fue aprendiendo a hacer uso de su fe. De a poco aprendió a creer y confiar en Dios y en sí mismo.
Perseveró en las reuniones y su visión fue cambiando. Se esforzó y
económicamente comenzó a prosperar. Las respuestas a sus pedidos no se
hicieron esperar. Obtuvo las condiciones de abrir su propio negocio
textil, una lencería y además logró comprar una camioneta. Desde que
Javier buscó la ayuda de Dios disfruta de una vida distinta, una vida de
conquistas y satisfacciones.
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